A veces las vueltas de la vida, nos llevan lejos de los nuestros. Lo importante en ese momento es no olvidar nuestras raíces. 3.736 kilómetros separan a San Miguel de Tucumán de Ushuaia. Es la distancia que viajaron Paola Iñigo y sus hijos Avril Barrios Iñigo y Gastón Barrios Iñigo, para visitar a los suyos, claro, dentro de lo cual también está Atlético.
Una noche, a mediados del 2016, Paola estaba en el auto con sus hijos esperando a su marido, cuando una persona armada subió a su vehículo para robarles. Ese día decidieron no seguir viviendo más en la inseguridad de la provincia. A fines de ese año, partieron a la ciudad más austral del mundo. Anoche, Gastón, que tiene nueve años, cumplió su objetivo.
Vino con su mamá y su hermana de vacaciones a Tucumán. Su papá Cristian Barrios se quedó en el sur por cuestiones laborales, entonces a Gastón, fanático de Atlético, como su papá, se le ocurrió llevarle un regalo. Una foto con dos emblemas de la institución de 25 de Mayo y Chile.
Atlético y su cabeza en la Copa LibertadoresY lo logró con creces. No sólo se lleva una foto con Cristian Lucchetti: también se lleva los guantes del capitán “decano”. Gastón, a pesar de estar lejos del estadio Monumental, sigue todos los partidos de Atlético por televisión con su papá, y como es arquero de futsal, tiene al “Laucha” como su ídolo.
En Tucumán vivían en San José. En Ushuaia, en el barrio “Dos Banderas”. La desprolijidad de la Superliga les costó una multa en el aeropuerto de $3.000. La familia tenía el vuelo a Tierra del Fuego el jueves, justo un día después de lo que debería haber sido el debut de local del “Decano”, el miércoles 29. “Cuando Cristian se enteró de la modificación del fixture, me dijo que cambie los pasajes y que pague la multa, para que Gastón pueda venir a la cancha” dijo Paola.
En cuatro años Gastón no había podido ir al Monumental, pero vivió con euforia los años “más felices” de Atlético. Pero ayer se llevó algo más que una foto y un par de guantes. Pudo ver de cerca a sus ídolos, a esos que suele mirar por TV a más de 3.000 kilómetros y eso para un niño es impagable.